EUROPA
PRESS
21 noviembre
2019
¿Cómo
se alimentan los músculos?
El músculo debe alimentarse para
obtener la energía que necesita para 'funcionar'. Así, todas las células de
nuestro cuerpo, y especialmente las que forman parte de las fibras musculares,
necesitan una fuente de energía.
"Cada célula es como una pequeña unidad funcional que
cuenta con su propio motor de combustión, de donde obtiene energía a partir de
la glucosa (procedente de los hidratos de carbono y de los azúcares de la
dieta) y de los ácidos grasos, procedentes de las grasas que ingerimos con los
alimentos", explica Laura Isabel Arranz, doctora en alimentación y
nutrición, farmacéutica, y dietista-nutricionista.
De esta manera, en 'Come bien. Juega Mejor' (Amat), la
experta explica que la energía que el organismo no gasta la almacena en forma
de glucógeno en el músculo y en el hígado, y en forma de triglicéridos en el
tejido adiposo.
"Es interesante tener en cuenta que el organismo tiene
mecanismos tanto para utilizar la energía y hacer posible el movimiento y todas
las actividades físicas diarias, como para almacenar una parte de la energía en
previsión de que en algún momento haya una necesidad aumentada o bien una
escasez de alimentos", sostiene Arranz.
Según advierte, saber gestionar esta energía puede ayudar a
obtener un máximo rendimiento y un mínimo agotamiento de esta maquinaria tan
perfecta que es el organismo.
En este punto hace hincapié sobre el glucógeno muscular, la
forma que tiene el cuerpo de almacenar la glucosa en el músculo y en el hígado.
"Se trata de 'paquetitos' muy bien compactados y formados por cadenas
ramificadas de glucosas, de manera que en cada unidad de glucógeno hay miles de
moléculas de glucosa. Eso hace que sea una reserva muy fácil de utilizar y también
de recuperar. Para el músculo es de vital importancia esta fuente de energía
altamente disponible", subraya la experta.
A su vez, dice que en el hígado también se guarda parte de
la glucosa en forma de glucógeno, pero en este caso su función es preferentemente
la de mantener los niveles de glucosa en la sangre. "El cuerpo se adapta y
procura que los niveles plasmáticos de glucosa (la glucemia) se mantengan
constantes tanto si estamos en reposo como si hacemos actividad física, ya que
de otro modo podríamos sufrir graves problemas de salud", indica.
Los adipocitos y su función de almacenar grasas
Asimismo, la
dietista-nutricionista subraya que el cuerpo también cuenta con otros depósitos
de energía tan importantes como el glucógeno muscular, los más conocidos como 'adipocitos', unas células especializadas en almacenar
grasas con una función energética, aunque también desempeñan otras funciones
reguladoras.
"Se encuentran distribuidos por diferentes zonas del
cuerpo, allí donde la grasa corporal tiene una función importante",
sostiene Arranz. Por ejemplo, indica que debajo de la piel hay una capa de
grasa subcutánea, cuya función básica es la de soporte y protección física y
térmica, que actúa a modo de aislante.
Otras dos zonas donde se encuentra el tejido adiposo, según
precisa la doctora en alimentación y nutrición es en el abdomen, ya que la
naturaleza lo seleccionó a lo largo de la evolución como el lugar más adecuado
para cargar con una reserva energética, y en las caderas, en este último caso,
sobre todo en chicas y en mujeres.
"En ambas ubicaciones el tejido adiposo cumple la
función de acumular cierta reserva energética en forma de grasa por si el
cuerpo tuviera que recurrir a ella en alguna circunstancia, como puede ser
durante la realización de una actividad física de larga duración", añade.
La grasa del tejido adiposo también tiene importantes
funciones reguladoras, ya que muchas hormonas, según sostiene Arranz, así como
algunos neurotransmisores y otras moléculas que el cuerpo necesita se fabrican
a partir de los ácidos grasos.
Así con todo, la experta en nutrición señala que si el
ejercicio es de intensidad baja-moderada y de larga duración se utilizarán más
en proporción las grasas, mientras que si el ejercicio es de alta intensidad
habrá un gasto mayoritario de glucosa.
"Por eso, la actividad física más adecuada para un
adulto o un adolescente que quiera perder peso es aquella que dure más de media
hora y sea de intensidad baja moderada. 20 minutos intensos de bici estática no
queman grasa, sólo agotan nuestra reserva de glucosa muscular", sentencia
Arranz.